Meditación: "Imperturbables como el océano"


Una de las condiciones preliminares para la meditación es no combatir nunca en contra de la mente. Más se la combate, más se rebela; dejemos que los pensamientos floten en nuestra mente sin preocuparnos demasiado. Otro factor es la relajación. Relajamos y sentirnos en paz. Cuando inhalamos tenemos que sentir que nos estamos relajando y calmando; al exhalar que nos abandona toda tensión.
Uno de los métodos iniciales es imaginarnos que somos como el océano, vasto, infinito. El océano en su profundidad jamás se ve afectado por las olas de la superficie que suben y bajan; está siempre en calma; nada puede alterarlo, nada puede trastornarlo.
Todas estas olas de felicidad y desdicha pertenecen a la superficie, al mundo de la dualidad, de los pares de opuestos. Lo visible, lo manifestado posee un aspecto positivo y negativo exactamente igual a los polos de la corriente eléctrica. Mientras permanezcamos en este mundo tendremos un poco de bueno y un poco de malo, un poco de felicidad y otro poco de desdicha, pero no debemos permitir que esos factores nos derriben.
No somos niños, somos adultos con una cabeza que piensa; no es digno de nosotros alborozarnos por un éxito momentáneo y al momento después sentirnos deprimidos y deshechos. Dejemos que las olas suban y bajen, pero sólo en la superficie de nuestro ser porque adentro, en las profundidades mantendremos la calma inamovible. No permitamos que estas olas de las condiciones existenciales nos alteren permanezcamos imperturbablemente arraigados en nuestra conciencia espiritual.
No importa cuántos ríos desemboquen en nosotros, no importa cuántas cosas crucen por nuestra superficie; el océano jamás se altera. No nos impresione lo que opinan de nosotros; estemos completamente seguros de nuestra realidad espiritual, de nuestro propio ser. Tenemos una profunda convicción, una profunda fe en nosotros mismos y las influencias ajenas no nos desvían.
Otra imagen para meditar es:
Somos como el cielo infinito, inconmensurable. No somos entes limitados sino todo está dentro de nosotros, todos los mundos, todas las estrellas; todo lo abarcamos y comprendemos.
Somos espíritu sin límites, sólo abrigamos una sensación de unidad, una integración común. Las nubes flotan a nuestro alrededor, pero el cielo es el mismo; haya sol o esté nublado el cielo no se hunde ni se deprime. En la brillantez del éxito o en la lobreguez del fracaso somos serenos como el ciclo.
Estos son tipos de meditación que nos inspiran expansión generando una profunda elevación en el corazón y confiriéndonos la fuerza interior suficiente para enfrentar la vida.
Se aconseja algunos minutos diarios de estas meditaciones porque estos pensamientos nos irán cargando paulatinamente de fuerzas renovadas y seremos capaces de abordar las situaciones de frente, con gran vigor espiritual.

Swami Shivapremananda.

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