Paramahansa Yogananda (1893-1952)


Desde su nacimiento, hace ya más de cien años, Paramahansa Yogananda ha llegado a ser reconocido como una de las personalidades espirituales más ilustres de nuestro tiempo. Dedicó su vida a ayudar a personas de todas las razas y credos, a tomar plena conciencia de la hermosura, la nobleza y la verdadera divinidad del alma humana, y a manifestar estas cualidades de manera más perfecta en su vida.

Infancia y su Búsqueda Espiritual

Paramahansa Yogananda nació en Gorakhpur, en la India, el 5 de Enero de 1893. Su infancia fue extraordinaria, e indicaba claramente que su vida había sido escogida para un destino divino. Su madre reconoció este hecho y alentó sus nobles ideales y sus aspiraciones espirituales. Tenía solamente once años cuando falleció su madre, a quien amaba sobre todas las cosas, y esta pérdida fortaleció su íntima resolución de encontrar a Dios y recibir del Creador mismo las respuestas que anhela todo corazón humano.
Se convirtió entonces en discípulo del gran Guianavatar (encarnación de la sabiduría) Swami Sri Yukteswar Giri. Sri Yukteswar pertenecía a una sucesión de excelsos gurús, con la cual Yoganandaji había estado ligado desde su nacimiento: los padres de Sri Yogananda eran discípulos de Lahiri Mahasaya, gurú de Sri Yukteswar.
Cuando Yogananda era todavía un niño muy pequeño en los brazos de su madre, Lahiri Mahasaya le dio su bendición y predijo: «Madrecita, tu hijo será un yogui. Como un motor espiritual, él conducirá a muchas almas hasta el Reino de Dios».
Lahiri Mahasaya era discípulo de Mahavatar Babaji, el maestro inmortal que resucitó en esta era la antigua ciencia de Kriya Yoga. Ensalzada por Krishna en el Bhagavad Guita y por Patánjali en los Yoga Sutras, Kriya Yoga es tanto una técnica trascendente de meditación como un arte de vivir que lleva a la unión del alma con Dios. Mahavatar Babaji reveló la sagrada ciencia de Kriya a Lahiri Mahasaya, que se la trasmitió a Sri Yukteswar, quien a su vez se la enseño a Paramahansa Yogananda.

El comienzo de una Obra Mundial

Cuando, en 1920, se consideró que Paramahansa Yogananda estaba preparado para comenzar su misión mundial de diseminar la liberadora ciencia del Yoga, Mahavatar Babaji le indicó cual sería su responsabilidad divina: «Tú eres el que he escogido para difundir el mensaje de Kriya Yoga en Occidente. Hace mucho tiempo me encontré con tu gurú, Yukteswar, en una Kumbha Mela; en aquella ocasión le dije que te enviaría para que él te instruyese. Kriya Yoga, la técnica científica para alcanzar la unión con Dios, terminará por difundirse en todos los países, y promoverá la armonía entre las naciones a través de la experiencia personal y trascendental que el hombre tendrá del Padre Infinito».
Yogananda comenzó su misión en Estados Unidos como delegado del Congreso Internacional de Religiones Liberales que se celebró en Boston en 1920. Por más de una década, viajó a lo largo y ancho de Estados Unidos, dando conferencias casi a diario ante públicos que repletaban los auditorios en todas las principales ciudades del país. El 28 de enero de 1925, el diario Los Angeles Times informaba: «El Philarmonic Auditorium muestra el extraordinario espectáculo de miles de personas [...] que, una hora antes del comienzo de la conferencia anunciada, han sido informadas de que no podrán entrar, pues la sala con 3.000 asientos ya se encuentra repleta. La atracción es el Swami Yogananda: un hindú que invade Estados Unidos para traer a Dios [...] predicando la esencia de la doctrina cristiana».
No dejó de ser una importante revelación para Occidente saber que el Yoga —explicado tan elocuentemente e interpretado con tanta claridad por Sri Yogananda— es una ciencia universal y que, como tal, es en realidad la «esencia» de todas las religiones verdaderas.
En 1925, Paramahansa Yogananda fundó en Los Ángeles la sede internacional de Self-Realization Fellowship, la sociedad que él había establecido en la India, en 1917, denominada Yogoda Satsanga Society of India.

Cimientos Espirituales

A fines de la década de los años 30, Paramahansaji comenzó a reducir gradualmente el número de sus conferencias públicas en el ámbito nacional. «No estoy interesado en las multitudes —decía—, sino en las almas que desean sinceramente conocer a Dios». De allí en adelante, concentró sus esfuerzos en las clases para estudiantes realmente interesados, y dio la mayor parte de sus conferencias en los templos de Self-Realization Fellowship y en la sede internacional de su organización.
Las conferencias y clases que dio se transcribieron y, bajo su dirección, se recopilaron para constituir las Lecciones de Self-Realization Fellowship. Dedicó también largo tiempo a escribir diversas obras, entre ellas Autobiografía de un yogui, mediante las cuales numerosas almas se han familiarizado con las infinitas posibilidades que ofrece el Yoga.